viernes, 28 de diciembre de 2007

Es mi turno


Todos, en alguna ocasión, nos quejamos de algún aspecto relacionado con nuestro trabajo: algún compañero o compañera manta, los jefes y sus "tiránicos caprichos", o el tiempo que perdemos en autobuses y metros hasta llegar desde casa. Si nuestra queja se centra en el horario, las frases habituales son: "Es que madrugo mucho", "Es que salgo tarde", "Es que trabajo el sábado",...


Imaginemos por un instante que, además de estos obstáculos en nuestro confort, se añadiese otro: Trabajar cada semana en un horario distinto, trabajar fines de semana y descansar el lunes y el martes, no disponer de medios públicos de trasporte porque entramos a altas horas de la madrugada... Bienvenidos al trabajo por turnos.


Si hay algo que descentre al ser humano es, sin duda, la situación de falta de monotonía, el cambio constante en los hábitos; esto es, los turnos rotativos. Entrar a trabajar durante una semana por la mañana, a la semana siguiente por la tarde, a continuación por la noche, y vuelta a empezar. No es de extrañar que los empleados de esta modalidad de trabajo padezcan diversos síntomas.


Sin embargo, los motivos de este tipo de organización temporal del trabajo son importantes para las organizaciones (dar mayor servicio al cliente, maximizar los recursos, aumentar la productividad,...), por lo que se extiende cada vez más por las empresas.


La pregunta que surge es: Si colocamos en un plato de la balanza los problemas derivados de los turnos en el trabajador (estrés, fatiga, trastornos del ritmo circadiano,...) y en el otro plato los beneficios que obtiene por ello (horas extra, plus de nocturnidad,...), ¿qué parte pesará más?...

jueves, 27 de diciembre de 2007

¡A la carga!


Llamadas telefónicas, quejas, encargos, documentos por rellenar o corregir,... Estos son algunos de los ingredientes estrella para elaborar un magnífico postre de fatiga mental. Es curioso como, por tradición, consideramos el cansancio como la falta de energía para cubrir los requerimientos FÍSICOS del puesto de trabajo; es decir, solemos relacionar cansancio o fatiga con carga física, sin prestar demasiada atención a las exigencias mentales que bastantes puestos de trabajo exigen a los profesionales que los desempeñan.


Existen diversos métodos de medida de fatiga mental a los que podemos acudir nos tememos que la padecemos. Sin embargo, no confundamos el cansancio puntual que supone un exceso de horas de trabajo un día determinado, o la falta de concentración los días que trabajamos estando enfermos... La fatiga mental es un proceso de síntomas más crónicos, que puede derivar en otros de mayor severidad si no se tratan a tiempo.


¿De qué forma podemos evitar alcanzar estos límites mentales?. La primera medida es adaptando las exigencias del puesto a las capacidades del trabajador; en ocasiones, nuestro trabajo es muy fácil o muy difícil, por lo que nos aburrimos o nos estresamos. Si adaptamos el trabajo al trabajador podremos superar este obstáculo.


Del mismo modo, también es aconsejable tomarse un descanso a lo largo de la jornada de trabajo. Pero tengamos en cuenta una cosa: Tomarse un descanso incluye desconectar de los temas de trabajo. Si no, simplemente estamos relajándonos a nivel físico.


Si conseguimos que las exigencias y la organización de nuestro puesto de trabajo se adapten a nosotros, sin duda habremos hecho un gran favor a nuestra salud mental. Y si no nos preocupamos por nuestro propio bienestar...


¡Un premio para quien se porte bien!


Hoy en día, es necesaria gran dosis de creatividad para potenciar la cultura preventiva en las organizaciones; desde acciones positivas como premios hasta castigos sociales tales como hacer pública la mala gestión de la prevención.


No es nuestra labor juzgar las iniciativas, sino opinar sobre su idoneidad. Bien, pensemos entonces... ¿resulta efectivo tener que premiar o castigar unas acciones que deberían ser realizadas por todos?; por esta regla de tres, ¿se nos debería subir el sueldo por ir limpios a trabajar?; ¿o quitarnos días de vacaciones si no saludamos por las mañanas?.


Con todo esto se quiere plantear lo siguiente; es necesario que la cultura de la prevención sea algo natural en toda empresa, una condición a cumplir desde el inicio de la actividad, todos los días, y no algo que porte la etiqueta de "especial" por lo extraño de su aplicación. En ningún momento se critican las iniciativas que logran reducir los índices de siniestralidad en nuestros trabajos, sino plantear que quizá se esté premiando algo que debería estar totalmente interiorizado.. Porque, si un día el premio que nos dan no nos resulta motivante, ¿ignoraremos nuestras obligaciones preventivas?...

lunes, 24 de diciembre de 2007

Jarabe de palo


Hace no demasiados años, la figura del médico era venerada e idolatrada: Cualquier doctor y doctora portaban su Don y Doña precediendo al nombre, sus indicaciones seguidas a rajatabla, y las madres soñaban con que sus hijas "cazaran" uno para integrarlo en la familia y aumentar el caché.

A día de hoy, algunas de las noticias sobre el sector sanitario rompen con esta concepción clásica del médico. Al igual que está sucediendo con la comunidad educativa, el personal de hospitales y centros de salud sufre agresiones, amenazas y reacciones violentas por parte de algunos mal llamados "pacientes".

¿Qué soluciones se plantearían desde aquí? No olvidemos que éste es uno más de los riesgos laborales del sector sanitario: riesgo por lo que conlleva, laboral porque se produce en el puesto de trabajo. Por este motivo, es necesario disponer de estrategias que eviten, o al menos minimicen, estas situaciones violentas. Desde la educación preventiva a los usuarios hasta los cursillos de defensa personal para los afectados (aunque esta opción pueda despertar una agria sonrisilla al leerla, cada vez es más viable llevarla a cabo y colocar el kimono bajo la bata), alguna medida habrá que tomar. No hay que olvidar en algún caso que se estudia la situación y se aconsejan medidas de actuación.

También habrá que pensar en qué ha cambiado para que la imagen del facultativo esté deteriorada de esta forma; estos factores son, sin duda, los motores que han promovido que el juicio y el buen hacer del médico sean puestos en entredicho, ignorados e incluso pisoteados por usuarios airados y violentos... Si no nos fiamos de quien se ocupa de nuestro bienestar, ¿qué nos queda?


Matarse trabajando

En ocasiones, es necesario que se haga un estudio para demostrar lo que para algunos es evidente: que trabajar no tiene que ser muy bueno. Según se desprende de la VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (ENCT) , más del 22% de los encuestados encuentra relaciones entre el puesto de trabajo y los trastornos que sufren.

Los dolores musculoesqueléticos, los golpes o cortes, el hacinamiento o el estrés se vinculan a factores tan diversos como el diseño del puesto de trabajo, el desorden, las herramientas defectuosas o la inestabilidad laboral.

Del mismo estudio se extrae que más del 70% percibe que su puesto de trabajo puede provocarle un accidente. De esta conclusión podemos entender que el trabajador medio tiene una sensación de peligro potencial en su puesto de trabajo.

Sin embargo, hay algo que no se entiende después de haber interpretado estos datos: los trabajadores no empleamos siempre los equipos de protección individual, pese a que somos conscientes de que nuestros puestos de trabajo pueden provocar daños... Vaya, resulta cuanto menos curioso, ¿no?. Quizá deberíamos pensar más acerca de esta paradoja... Se admiten pensamientos en voz alta.

¡Lo que hay que oír!


¿Quién no ha estado alguna vez en una discoteca, salón o pub y ha salido del local sintiendo un pitido persistente y molesto acompañándole durante un buen rato?.

Imaginemos esta situación de forma permanente. Una molestia auditiva, una dificultad enorme para percibir los sonidos de nuestro alrededor, las voces, la música... Ésta es una de las consecuencias que se derivan de determinados trabajos en los que el ruido es un compañero diario; véase utilizar un taladro, una sierra, trabajar junto a maquinaria ruidosa, en un local con música alta,...

La situación de trabajo será distinta, pero el nombre de la consecuencia posiblemente será el mismo en todos los casos: hipoacusia. Esta enfermedad es cada vez más usual en trabajadores de sectores laborales en los que se trabaja rodeados de ruidos intensos y persistentes. Los más habituales son los trabajos de construcción y en fábricas, pero no son los únicos donde se produce esta enfermedad profesional.

Por suerte, ante cada problema existen soluciones que, si bien no terminan con el problema, sí que sirven para minimizar las consecuencias que puede causar en nuestro organismo. Ejemplos de estas soluciones son los equipos de protección individual (E.P.I.s) que se diseñar para los efectos del ruido: auriculares, tapones, ..., o los equipos de protección colectiva (E.P.C.s), como las pantallas de insonorización o los paneles acústicos.

A pesar de contar con los medios, el índice de enfermos de hipoacusia sigue siendo un problema. ¿Qué está pasando?; ¿Será arriesgado pensar que no se utilicen siempre las protecciones, pese a la amenaza de la pérdida de la audición?. Todos sabemos que en la mayoría de los casos es así; bien sea porque la empresa no cumple las medidas de protección colectiva, o porque los trabajadores no utilizan las protecciones individuales que tienen a su alcance.

Desde aquí, un consejo: El pequeño esfuerzo que supone utilizar las protecciones auditivas diariamente puede evitar que, en pocos años, no disfrutemos de los sonidos que nazcan a nuestro alrededor; la verdad, sería una pena.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Cuando retirarse es ganar

Como integrantes de un amplísimo entramado social, cultural y económico, gran parte de nuestra vida está dedicada a desempeñar diversos trabajos para conseguir dinero con el que comprar cosas, algunas más necesarias que otras, que nos permitan sobrevivir.
Pasamos muchas horas en el trabajo; a lo largo de nuestra vida hemos dedicado (y seguiremos dedicando) un tercio de nuestro día a alimentar la máquina económica. Es un hecho que el trabajo es importante para nosotros, pero ¿hasta qué punto?.

Dentro de las organizaciones, sean públicas o privadas, pequeñas, medianas o grandes, nacen ecosistemas propios de relaciones, comunicaciones, afectividades y sentimientos. Cada entorno laboral es como un pequeño hogar del que formamos parte. Muchas veces, tenemos padres y madres comprensivos, realistas e incluso permisivos. En ocasiones, somos nosotros y nosotras la figura de autoridad. Sin embargo, existe otro caso: Cuando nuestro papel en este sistema familiar artificial es el de chivo expiatorio, la Cenicienta que debe cargar con las culpas, la frustración y (en bastantes ocasiones) la envidia de su madrastra y hermanastras.

Se le ha llamado burn-out cuando la persona afectada comienza a somatizar los efectos prolongados del estrés y la ansiedad, o mobbing o acoso laboral cuando se pretende deshacerse del trabajador o desprestigiarle.

¿Qué hacer ante estos tipos de vejación laboral?. Cada persona debe decidir; desde aquí, se recomienda defenderse, bien desarrollando técnicas de control del estrés, bien solucionando los conflictos personales que vayan apareciendo. Si pese a nuestro esfuerzo no conseguimos mejorar nuestra situación, deberemos tomar otras decisiones: la primera, abandonar este entorno nocivo. Después, tomar medidas legales y rehacer nuestro desarrollo laboral. No es fácil, pero sí sano.

Tú, que estás leyendo estos pensamientos, ¿estás de acuerdo?, ¿qué harías en este caso?...

Mucho ojo

Amigos y amigas, que ahora mismo estáis leyendo estas reflexiones en la red, ¿habéis oído hablar del Síndrome de la Visión del Ordenador?. Es, sin duda, la enfermedad más común entre los internautas, oficinistas y resto del personal que tiene al ordenador como mano derecha en su quehacer diario.

Pero, ¿realmente sabemos de qué forma podemos resolver este síndrome?; es más, ¿nos resulta productivo (a nosotros o a quienes nos contratan) seguir los consejos para minimizar sus consecuencias? Descansar cada hora-hora y media durante unos minutos, evitar las situaciones de estrés, aumentar el nivel de humedad de la estancia o trabajar con luz natural son aspectos que no dependen totalmente del trabajador.

Cada vez es más temprana la aparición de problemas y molestias oculares, especialmente en la población universitaria. Sin embargo, no parece importar lo que supone contar con una sociedad de ojos cansados, que van a desarrollar trastornos y enfermedades oftalmológicas crónicas en un corto período de tiempo.

Estimados lectores, id con ojo y proteged uno de nuestros mayores regalos: la capacidad de ver.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Perdiendo los papeles

¿Quién de nosotros no tiene un DVD en su casa?; ¿quién no pone a calentar la cena en el microondas cuando llega tarde a casa?; ¿o chatea en Internet si en la tele no ponen algo entretenido?. Hoy por hoy, la tecnología nos acompaña en todo momento; en el trabajo, en casa, en lugares de ocio o de relax,... Además, las nuevas generaciones son expertas en el uso y manipulación de los aparatos extraños y modernos que aparecen en el mercado constantemente.

Entonces, se plantea una incógnita que es necesario que alguien solucione: ¿por qué las guías de prevención de riesgos laborales para los trabajadores siguen siendo cuadernillos en dos o cuatro tintas, aburridos y poco motivantes?.

No olvidemos que nos gusta lo nuevo, lo interactivo, todos aquellos materiales y soportes que supongan comodidad y, no nos engañemos, aprendizaje pasivo. Por este motivo es deseable (incluso me atrevería a decir que exigible) que los trabajadores tengan el derecho a aprender de forma atractiva, sencilla y entretenida.

Para ello, únicamente hay que comenzar a idear materiales preventivos que no teman a las nuevas tecnologías, se arriesguen y se adapten a un mercado cada día más exigente y audiovisual.



Apuntalar la seguridad

Quién iba a decir hace tan sólo un año que se reduciría la siniestralidad laboral en la construcción; no hay más que ver las poco halagüeñas cifras de este sector, el más afectado por los accidentes de trabajo. Entre el año 2005 y 2006, el porcentaje de accidentes en construcción doblaba al de resto de sectores laborales.
Hace un año de esos datos; a lo largo de este tiempo entró en vigor la Ley Reguladora de la Subcontratación en Construcción y la Reforma Laboral. Hoy por hoy, los datos parecen hablar por sí solos.


Si nos fijamos en el panorama actual del sector de la Construcción, no podemos obviar la cantidad de variables que influyen en la calidad del trabajo y la seguridad del trabajador. Por tradición, el trabajo "a destajo" ha provocado verdaderos rallies para terminar lo antes posible: en muchas ocasiones, estos comportamientos han derivado, cuanto menos, en lesiones.

Por fin parece haberse iniciado un cierto movimiento político y social en el freno de estas situaciones de penuria profesional; se ha comenzado por la regulación de la subcontratación, ya con resultados, por lo que es de esperar que cuando se aborden otras variables peligrosas (falta de formación, mano de obra barata, poco uso de las protecciones,...), los siniestros se sigan reduciendo de forma significativa.

Se ha comenzado bien... Esperemos que no acabe aquí.

martes, 18 de diciembre de 2007

No sin mi vídeo (3ª parte)

Hay un dicho que reza "la paciencia es la madre de la ciencia". Si es así, me dedicaré a las letras. Y no es cuestión de poco aguante, sino de una serie de despropósitos unidos de la mano y representados por mi querido e idolatrado Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (alabado sea).

En el capítulo anterior nos quedamos con mi cara de satisfacción cuando me dijo el trabajador serio del INSHT que en dos días tendría el DVD en mis manos. Eso era un viernes.
El miércoles siguiente seguía sin el DVD, sin esperanzas en el trabajador público y con un principio de ataque de ansiedad. Decidí, nuevamente, llamarles.
- Sí- ¡era mi amigo, el que me prometió que en dos días lo recibiría!.
- Buenos días - dije con la voz pelín áspera- Hice un pedido la semana pasada, me dijeron que en dos días estaría en mi casa, han pasado cinco contando el día de hoy y no llega.
- ¿Mandó el pedido?
- Sí. Al fax que usted me dio.
- Un momento.

El hombre se retiró del teléfono y volvió al cabo de un buen rato.
- Aquí lo tengo - su voz delataba que lo había olvidado y lo acababa de reencontrar.
- ¿Entonces? - pregunté, cada vez más mosqueado.
- Pues se lo enviaremos hoy y llegará en unos doce o catorce días - explicó
-¡¡¿Qué?!!! - mi grito rebotó en la habitación - Usted me dijo que en dos días estaría.
- Claro - respondió - Si hubiera hecho el pedido por mensajería.
- Pero usted no me avisó de esa opción - me quejé - Sólo me dijo que en dos días llegaba.
- Si tiene algún problema, le paso con mi jefe - fue su única explicación.
- ¡Pues sí, tengo un problema, páseme con su jefe!- estaba ya al borde del colapso.

Se hizo el silencio en la línea telefónica, y la maravillosa musiquita de organillo sonó y sonó. Tras una impresionante versión de Yesterday se escuchó la voz de un hombre de edad:
- Dígame - dijo la voz.
- Buenos días - saludé - Quiero quejarme de la informalidad del Instituto.
- Ya me ha contado mi compañero - respondió - ¿Me puede explicar qué ha pasado?.

Era la frase mágica; le conté todo, la historia completa, las conversaciones, los malos ratos, buscando su comprensión. Vaya, no la encontré.
- Estoy seguro de que mis compañeros no le han dicho todas esas informaciones (refiriéndose a los horarios que no cumplían, a las fechas de entrega, lo de pedir el DVD por mensajero), puesto que el otro día, cuando usted dice que hizo el pedido, estábamos de puente.
- Ya, excepto el señor con el que acabo de hablar - expuse con voz triunfal - Le recuerdo que me dio el número de fax y que yo tengo una copia de entrega de ese mismo día a las 11:00 horas de la mañana.
- Ah - fue su único comentario.
La historia siguió de la siguiente forma: no dio su brazo a torcer, me dijo que tenía todo el derecho a quejarme y no solucionó absolutamente nada.

Hoy he recibido una carta con la factura y una posdata que dice: "Es muy posible que reciba/n esta carta antes que el paquete con las publicaciones. En este caso, se ruega esté/n atentos al aviso de Correos para evitar la devolución." Vaya, parece que la carta es la única que no ha mentido. Y yo, sin mi DVD...

No sin mi vídeo (2ª parte)


Hay cosas en la vida que nos sirven para probar nuestro aguante, para fomentar la virtud de la paciencia; una de las pruebas más duras es comprar DVD's. En la primera parte de esta historia nos quedamos en el viaje frustrado a Madrid. El siguiente ejercicio de presión psicológico ocurrió a los dos días. Decidí llamar por teléfono nuevamente a mi querido INSHT, para ver si me enviaban un DVD a mi casa (ya que ir allí era algo imposible). Como era día de puente, quien me cogió el teléfono transmitía cierto disgustillo histérico:

-¿Sí?- gruñó la voz del otro lado de la línea.
- Buenos días- saludé- ¿Es el INSHT?
- Sí - fue su respuesta.
- Mire, necesitaba comprar un DVD - expliqué. Me ahorré contarle mi odisea en la capital.
- Mande un fax - continuó igual de escueto.
- Bien. ¿Y qué datos necesita? - intentaba dar conversación a aquel señor con voz de enfado.
- Pues los que hacen falta para hacer la factura - seguía en sus trece.
- Ya - empecé a mosquearme yo también. Me puse irónico - Además, si eso, le puedo incluir el nombre del DVD que quiero.
- Eso también - pasó totalmente de mi ironía. Me colgó el auricular.

Yo ya no sabía si enfadarme o buscar la cámara oculta. No podía ser que una entidad pública tratara así a los ciudadanos que se preocupan por su bienestar laboral. Me subió la sangre y llamé. Contestó la misma voz cansada.
- Sí.
- Hola. Soy el que acaba de llamar - expliqué.
- ¿Qué quiere? - era realmente encantador, sí señor.
- Pues que si quiere que le envíe el fax, sería bueno que me dijera el número al que lo tengo que mandar - respondí al borde del grito.
- Ah, sí, perdone - por fin se sintió algo contrariado. Me dio el número de fax.
- ¿Cuánto tardará el pedido? - pregunté, ya que vi algún rastro de humanidad en mi interlocutor.
- Dos días, más o menos - respondió - Buenos días.
Respiré un poco más tranquilo. Por fin había conseguido mi objetivo... ¿o no? TO BE CONTINUED

No sin mi vídeo (1ª parte)


¿Han jugado alguna vez a un juego de rastreo?; en él, se van dando pistas acerca de los objetivos que hay que alcanzar, hasta que se consigue llegar a la meta o llegar al último objetivo antes que los demás. Si quieren jugar, no tienen más que contactar con lasede del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, en Madrid. Esto es lo que me pasó:

Tras llamar al Instituto para saber si vendían sus DVD's directamente al público, fui a Madrid por motivos de trabajo y decidí acercarme a comprar uno. Eran las 13:30 horas cuando contacté con la que presumo es la secretaria-telefonista del INSHT. A ella me dirigí, resumiendo mi situación:
- Buenos días. Necesito ayuda: llevo una hora dando vueltas, estoy en una avenida y me gustaría saber cómo llegar al Instituto - expliqué, algo estresado.
- Uy, no le puedo ayudar - respondió la buena señora - Es que yo vengo en bus aquí.
- Ah- logré articular.
- ¡Pero no se preocupe!- exclamó- Le paso con el chico de seguridad, que igual él lo sabe. Mi nueva amiga intentó dos veces pasarme con el "chico de seguridad"; escuché que alguien cogía el auricular. Se cortó...

Eran las 13:45 horas cuando me volví a poner en contacto con el INSHT. Mi nivel de nervios era claramente superior, y mi acompañante, compañera de trabajo y amiga me miraba intranquila con el rabillo del ojo. La señora volvió a contestar.
- Ay, hijo, se cortó, ¿no?- preguntó con pena.
- Sí, se cortó- confirmé.
- Te vuelvo a pasar.

Y otra vez lo mismo. En esta ocasión me puse en contacto con el vigilante de seguridad:
- Buenos días - saludó- Me ha dicho la compañera que no sabe llegar, ¿cierto?.
- Así es - respondí - Sé que estoy cerca, pero no sé por dónde debo ir.
- Bien, se lo explico.

Le dije el nombre de la calle donde me encontraba y comenzó a relatar un itinerario con rotondas, cambios de sentido y números de calle que mi copilota intentaba escribir en un pedazo de papel.

Al final, cuando parecía que todo comenzaba a aclararse, el señor vigilante (muy amable, por cierto), me hizo saber que el servicio de publicaciones ya estaba cerrado.
- Pero si son las dos menos diez- me quejé.
- Por eso - contestó. (¿¿¿Por eso????)- Pero no se preocupe; a las 16:30 horas vuelve a abrir. Entonces se puede acercar.
- Bien, comeremos por aquí y nos acercaremos esta tarde.

Como habíamos logrado aparcar en un buen lugar, decidimos no mover el coche hasta la hora de acercarnos a nuestro deseado destino... y siguiente trauma.

Una comida agradable comenzó a no serlo cuando, a las 16:45 horas, habíamos ido y vuelto dos veces por donde el vigilante nos había indicado. ¡Y nada; ni rastro del Instituto!. Claro, volví a llamar. Esta vez, cogió el teléfono el vigilante.

- ¿Así que no has podido llegar?- preguntó.
- No, no he podido. Por ello llamo - contesté con algo de mal humor.
- Mire, pues casi mejor. Porque resulta que esta tarde NO VIENE NADIE A TRABAJAR A PUBLICACIONES.
- ¿Qué?- gruñí- ¿Y por qué me dijo que me esperara para ir esta tarde?
- Pensé que estarían - respondió - Vuelva si eso otro día.

Y colgó.

No explicaré la orgía de sensaciones que electrizaron todos los nervios de mi piel. Tomé aire, miré a mi acompañante y con lágrimas en los ojos, dije: Volvemos a casa...

Ese era el primer día... Pero la historia no había terminado. A los dos días, llegaría la segunda parte... que contaremos en otro momento. TO BE CONTINUED

Sean todos bienvenidos

Pues ya estamos aquí... Un grupo de personas preocupadas por el bienestar de los trabajadores, independientemente del sector laboral en que desarrollen sus ocupaciones.

Técnicos, médicos, psicólogos y demás profesionales que son conscientes de la preocupante situación en que se encuentra la prevención de riesgos laborales en la sociedad española; pero no hablamos únicamente de pequeñas empresas o de ocupaciones de riesgo como pueda ser la construcción, sino también en grandes organizaciones donde este tema debería estar controlado.

Desde este espacio nos gustaría servir como asesores, difusores y promotores de todas aquellas informaciones, comentarios, normativas o iniciativas que ayuden a potenciar la cultura preventiva en nuestros lugares de trabajo. Vosotros, visitantes, tenéis el derecho de colaborar en esta ardua tarea, bien sea informando por medio de vuestros comentarios, denunciando actitudes o comportamientos opuestos al bienestar de los trabajadores, o transmitiéndonos vuestras experiencias en este campo.

En este momento es cuando suena el pistoletazo de salida; sin más, y como reza el titular, sólo queda decir: ¡sean todos bienvenidos!