viernes, 28 de diciembre de 2007
Es mi turno
jueves, 27 de diciembre de 2007
¡A la carga!
¡Un premio para quien se porte bien!
lunes, 24 de diciembre de 2007
Jarabe de palo
Matarse trabajando
¡Lo que hay que oír!
¿Quién no ha estado alguna vez en una discoteca, salón o pub y ha salido del local sintiendo un pitido persistente y molesto acompañándole durante un buen rato?.
Imaginemos esta situación de forma permanente. Una molestia auditiva, una dificultad enorme para percibir los sonidos de nuestro alrededor, las voces, la música... Ésta es una de las consecuencias que se derivan de determinados trabajos en los que el ruido es un compañero diario; véase utilizar un taladro, una sierra, trabajar junto a maquinaria ruidosa, en un local con música alta,...
La situación de trabajo será distinta, pero el nombre de la consecuencia posiblemente será el mismo en todos los casos: hipoacusia. Esta enfermedad es cada vez más usual en trabajadores de sectores laborales en los que se trabaja rodeados de ruidos intensos y persistentes. Los más habituales son los trabajos de construcción y en fábricas, pero no son los únicos donde se produce esta enfermedad profesional.
Por suerte, ante cada problema existen soluciones que, si bien no terminan con el problema, sí que sirven para minimizar las consecuencias que puede causar en nuestro organismo. Ejemplos de estas soluciones son los equipos de protección individual (E.P.I.s) que se diseñar para los efectos del ruido: auriculares, tapones, ..., o los equipos de protección colectiva (E.P.C.s), como las pantallas de insonorización o los paneles acústicos.
A pesar de contar con los medios, el índice de enfermos de hipoacusia sigue siendo un problema. ¿Qué está pasando?; ¿Será arriesgado pensar que no se utilicen siempre las protecciones, pese a la amenaza de la pérdida de la audición?. Todos sabemos que en la mayoría de los casos es así; bien sea porque la empresa no cumple las medidas de protección colectiva, o porque los trabajadores no utilizan las protecciones individuales que tienen a su alcance.
Desde aquí, un consejo: El pequeño esfuerzo que supone utilizar las protecciones auditivas diariamente puede evitar que, en pocos años, no disfrutemos de los sonidos que nazcan a nuestro alrededor; la verdad, sería una pena.
viernes, 21 de diciembre de 2007
Cuando retirarse es ganar
Mucho ojo
miércoles, 19 de diciembre de 2007
Perdiendo los papeles
Apuntalar la seguridad
Hace un año de esos datos; a lo largo de este tiempo entró en vigor la Ley Reguladora de la Subcontratación en Construcción y la Reforma Laboral. Hoy por hoy, los datos parecen hablar por sí solos.
Si nos fijamos en el panorama actual del sector de la Construcción, no podemos obviar la cantidad de variables que influyen en la calidad del trabajo y la seguridad del trabajador. Por tradición, el trabajo "a destajo" ha provocado verdaderos rallies para terminar lo antes posible: en muchas ocasiones, estos comportamientos han derivado, cuanto menos, en lesiones.
Por fin parece haberse iniciado un cierto movimiento político y social en el freno de estas situaciones de penuria profesional; se ha comenzado por la regulación de la subcontratación, ya con resultados, por lo que es de esperar que cuando se aborden otras variables peligrosas (falta de formación, mano de obra barata, poco uso de las protecciones,...), los siniestros se sigan reduciendo de forma significativa.
Se ha comenzado bien... Esperemos que no acabe aquí.
martes, 18 de diciembre de 2007
No sin mi vídeo (3ª parte)
Hay un dicho que reza "la paciencia es la madre de la ciencia". Si es así, me dedicaré a las letras. Y no es cuestión de poco aguante, sino de una serie de despropósitos unidos de la mano y representados por mi querido e idolatrado Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (alabado sea).
En el capítulo anterior nos quedamos con mi cara de satisfacción cuando me dijo el trabajador serio del INSHT que en dos días tendría el DVD en mis manos. Eso era un viernes.
El miércoles siguiente seguía sin el DVD, sin esperanzas en el trabajador público y con un principio de ataque de ansiedad. Decidí, nuevamente, llamarles.
- Sí- ¡era mi amigo, el que me prometió que en dos días lo recibiría!.
- Buenos días - dije con la voz pelín áspera- Hice un pedido la semana pasada, me dijeron que en dos días estaría en mi casa, han pasado cinco contando el día de hoy y no llega.
- ¿Mandó el pedido?
- Sí. Al fax que usted me dio.
- Un momento.
El hombre se retiró del teléfono y volvió al cabo de un buen rato.
- Aquí lo tengo - su voz delataba que lo había olvidado y lo acababa de reencontrar.
- ¿Entonces? - pregunté, cada vez más mosqueado.
- Pues se lo enviaremos hoy y llegará en unos doce o catorce días - explicó
-¡¡¿Qué?!!! - mi grito rebotó en la habitación - Usted me dijo que en dos días estaría.
- Claro - respondió - Si hubiera hecho el pedido por mensajería.
- Pero usted no me avisó de esa opción - me quejé - Sólo me dijo que en dos días llegaba.
- Si tiene algún problema, le paso con mi jefe - fue su única explicación.
- ¡Pues sí, tengo un problema, páseme con su jefe!- estaba ya al borde del colapso.
Se hizo el silencio en la línea telefónica, y la maravillosa musiquita de organillo sonó y sonó. Tras una impresionante versión de Yesterday se escuchó la voz de un hombre de edad:
- Dígame - dijo la voz.
- Buenos días - saludé - Quiero quejarme de la informalidad del Instituto.
- Ya me ha contado mi compañero - respondió - ¿Me puede explicar qué ha pasado?.
Era la frase mágica; le conté todo, la historia completa, las conversaciones, los malos ratos, buscando su comprensión. Vaya, no la encontré.
- Estoy seguro de que mis compañeros no le han dicho todas esas informaciones (refiriéndose a los horarios que no cumplían, a las fechas de entrega, lo de pedir el DVD por mensajero), puesto que el otro día, cuando usted dice que hizo el pedido, estábamos de puente.
- Ya, excepto el señor con el que acabo de hablar - expuse con voz triunfal - Le recuerdo que me dio el número de fax y que yo tengo una copia de entrega de ese mismo día a las 11:00 horas de la mañana.
- Ah - fue su único comentario.
La historia siguió de la siguiente forma: no dio su brazo a torcer, me dijo que tenía todo el derecho a quejarme y no solucionó absolutamente nada.
Hoy he recibido una carta con la factura y una posdata que dice: "Es muy posible que reciba/n esta carta antes que el paquete con las publicaciones. En este caso, se ruega esté/n atentos al aviso de Correos para evitar la devolución." Vaya, parece que la carta es la única que no ha mentido. Y yo, sin mi DVD...
No sin mi vídeo (2ª parte)
Hay cosas en la vida que nos sirven para probar nuestro aguante, para fomentar la virtud de la paciencia; una de las pruebas más duras es comprar DVD's. En la primera parte de esta historia nos quedamos en el viaje frustrado a Madrid. El siguiente ejercicio de presión psicológico ocurrió a los dos días. Decidí llamar por teléfono nuevamente a mi querido INSHT, para ver si me enviaban un DVD a mi casa (ya que ir allí era algo imposible). Como era día de puente, quien me cogió el teléfono transmitía cierto disgustillo histérico:
No sin mi vídeo (1ª parte)
¿Han jugado alguna vez a un juego de rastreo?; en él, se van dando pistas acerca de los objetivos que hay que alcanzar, hasta que se consigue llegar a la meta o llegar al último objetivo antes que los demás. Si quieren jugar, no tienen más que contactar con lasede del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, en Madrid. Esto es lo que me pasó:
Tras llamar al Instituto para saber si vendían sus DVD's directamente al público, fui a Madrid por motivos de trabajo y decidí acercarme a comprar uno. Eran las 13:30 horas cuando contacté con la que presumo es la secretaria-telefonista del INSHT. A ella me dirigí, resumiendo mi situación:
- Buenos días. Necesito ayuda: llevo una hora dando vueltas, estoy en una avenida y me gustaría saber cómo llegar al Instituto - expliqué, algo estresado.
- Uy, no le puedo ayudar - respondió la buena señora - Es que yo vengo en bus aquí.
- Ah- logré articular.
- ¡Pero no se preocupe!- exclamó- Le paso con el chico de seguridad, que igual él lo sabe. Mi nueva amiga intentó dos veces pasarme con el "chico de seguridad"; escuché que alguien cogía el auricular. Se cortó...
Eran las 13:45 horas cuando me volví a poner en contacto con el INSHT. Mi nivel de nervios era claramente superior, y mi acompañante, compañera de trabajo y amiga me miraba intranquila con el rabillo del ojo. La señora volvió a contestar.
- Ay, hijo, se cortó, ¿no?- preguntó con pena.
- Sí, se cortó- confirmé.
- Te vuelvo a pasar.
Y otra vez lo mismo. En esta ocasión me puse en contacto con el vigilante de seguridad:
- Buenos días - saludó- Me ha dicho la compañera que no sabe llegar, ¿cierto?.
- Así es - respondí - Sé que estoy cerca, pero no sé por dónde debo ir.
- Bien, se lo explico.
Le dije el nombre de la calle donde me encontraba y comenzó a relatar un itinerario con rotondas, cambios de sentido y números de calle que mi copilota intentaba escribir en un pedazo de papel.
Al final, cuando parecía que todo comenzaba a aclararse, el señor vigilante (muy amable, por cierto), me hizo saber que el servicio de publicaciones ya estaba cerrado.
- Pero si son las dos menos diez- me quejé.
- Por eso - contestó. (¿¿¿Por eso????)- Pero no se preocupe; a las 16:30 horas vuelve a abrir. Entonces se puede acercar.
- Bien, comeremos por aquí y nos acercaremos esta tarde.
Como habíamos logrado aparcar en un buen lugar, decidimos no mover el coche hasta la hora de acercarnos a nuestro deseado destino... y siguiente trauma.
Una comida agradable comenzó a no serlo cuando, a las 16:45 horas, habíamos ido y vuelto dos veces por donde el vigilante nos había indicado. ¡Y nada; ni rastro del Instituto!. Claro, volví a llamar. Esta vez, cogió el teléfono el vigilante.
- ¿Así que no has podido llegar?- preguntó.
- No, no he podido. Por ello llamo - contesté con algo de mal humor.
- Mire, pues casi mejor. Porque resulta que esta tarde NO VIENE NADIE A TRABAJAR A PUBLICACIONES.
- ¿Qué?- gruñí- ¿Y por qué me dijo que me esperara para ir esta tarde?
- Pensé que estarían - respondió - Vuelva si eso otro día.
Y colgó.
No explicaré la orgía de sensaciones que electrizaron todos los nervios de mi piel. Tomé aire, miré a mi acompañante y con lágrimas en los ojos, dije: Volvemos a casa...
Ese era el primer día... Pero la historia no había terminado. A los dos días, llegaría la segunda parte... que contaremos en otro momento. TO BE CONTINUED
Sean todos bienvenidos
Técnicos, médicos, psicólogos y demás profesionales que son conscientes de la preocupante situación en que se encuentra la prevención de riesgos laborales en la sociedad española; pero no hablamos únicamente de pequeñas empresas o de ocupaciones de riesgo como pueda ser la construcción, sino también en grandes organizaciones donde este tema debería estar controlado.
Desde este espacio nos gustaría servir como asesores, difusores y promotores de todas aquellas informaciones, comentarios, normativas o iniciativas que ayuden a potenciar la cultura preventiva en nuestros lugares de trabajo. Vosotros, visitantes, tenéis el derecho de colaborar en esta ardua tarea, bien sea informando por medio de vuestros comentarios, denunciando actitudes o comportamientos opuestos al bienestar de los trabajadores, o transmitiéndonos vuestras experiencias en este campo.
En este momento es cuando suena el pistoletazo de salida; sin más, y como reza el titular, sólo queda decir: ¡sean todos bienvenidos!