lunes, 24 de diciembre de 2007

Jarabe de palo


Hace no demasiados años, la figura del médico era venerada e idolatrada: Cualquier doctor y doctora portaban su Don y Doña precediendo al nombre, sus indicaciones seguidas a rajatabla, y las madres soñaban con que sus hijas "cazaran" uno para integrarlo en la familia y aumentar el caché.

A día de hoy, algunas de las noticias sobre el sector sanitario rompen con esta concepción clásica del médico. Al igual que está sucediendo con la comunidad educativa, el personal de hospitales y centros de salud sufre agresiones, amenazas y reacciones violentas por parte de algunos mal llamados "pacientes".

¿Qué soluciones se plantearían desde aquí? No olvidemos que éste es uno más de los riesgos laborales del sector sanitario: riesgo por lo que conlleva, laboral porque se produce en el puesto de trabajo. Por este motivo, es necesario disponer de estrategias que eviten, o al menos minimicen, estas situaciones violentas. Desde la educación preventiva a los usuarios hasta los cursillos de defensa personal para los afectados (aunque esta opción pueda despertar una agria sonrisilla al leerla, cada vez es más viable llevarla a cabo y colocar el kimono bajo la bata), alguna medida habrá que tomar. No hay que olvidar en algún caso que se estudia la situación y se aconsejan medidas de actuación.

También habrá que pensar en qué ha cambiado para que la imagen del facultativo esté deteriorada de esta forma; estos factores son, sin duda, los motores que han promovido que el juicio y el buen hacer del médico sean puestos en entredicho, ignorados e incluso pisoteados por usuarios airados y violentos... Si no nos fiamos de quien se ocupa de nuestro bienestar, ¿qué nos queda?


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