martes, 18 de diciembre de 2007

No sin mi vídeo (1ª parte)


¿Han jugado alguna vez a un juego de rastreo?; en él, se van dando pistas acerca de los objetivos que hay que alcanzar, hasta que se consigue llegar a la meta o llegar al último objetivo antes que los demás. Si quieren jugar, no tienen más que contactar con lasede del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, en Madrid. Esto es lo que me pasó:

Tras llamar al Instituto para saber si vendían sus DVD's directamente al público, fui a Madrid por motivos de trabajo y decidí acercarme a comprar uno. Eran las 13:30 horas cuando contacté con la que presumo es la secretaria-telefonista del INSHT. A ella me dirigí, resumiendo mi situación:
- Buenos días. Necesito ayuda: llevo una hora dando vueltas, estoy en una avenida y me gustaría saber cómo llegar al Instituto - expliqué, algo estresado.
- Uy, no le puedo ayudar - respondió la buena señora - Es que yo vengo en bus aquí.
- Ah- logré articular.
- ¡Pero no se preocupe!- exclamó- Le paso con el chico de seguridad, que igual él lo sabe. Mi nueva amiga intentó dos veces pasarme con el "chico de seguridad"; escuché que alguien cogía el auricular. Se cortó...

Eran las 13:45 horas cuando me volví a poner en contacto con el INSHT. Mi nivel de nervios era claramente superior, y mi acompañante, compañera de trabajo y amiga me miraba intranquila con el rabillo del ojo. La señora volvió a contestar.
- Ay, hijo, se cortó, ¿no?- preguntó con pena.
- Sí, se cortó- confirmé.
- Te vuelvo a pasar.

Y otra vez lo mismo. En esta ocasión me puse en contacto con el vigilante de seguridad:
- Buenos días - saludó- Me ha dicho la compañera que no sabe llegar, ¿cierto?.
- Así es - respondí - Sé que estoy cerca, pero no sé por dónde debo ir.
- Bien, se lo explico.

Le dije el nombre de la calle donde me encontraba y comenzó a relatar un itinerario con rotondas, cambios de sentido y números de calle que mi copilota intentaba escribir en un pedazo de papel.

Al final, cuando parecía que todo comenzaba a aclararse, el señor vigilante (muy amable, por cierto), me hizo saber que el servicio de publicaciones ya estaba cerrado.
- Pero si son las dos menos diez- me quejé.
- Por eso - contestó. (¿¿¿Por eso????)- Pero no se preocupe; a las 16:30 horas vuelve a abrir. Entonces se puede acercar.
- Bien, comeremos por aquí y nos acercaremos esta tarde.

Como habíamos logrado aparcar en un buen lugar, decidimos no mover el coche hasta la hora de acercarnos a nuestro deseado destino... y siguiente trauma.

Una comida agradable comenzó a no serlo cuando, a las 16:45 horas, habíamos ido y vuelto dos veces por donde el vigilante nos había indicado. ¡Y nada; ni rastro del Instituto!. Claro, volví a llamar. Esta vez, cogió el teléfono el vigilante.

- ¿Así que no has podido llegar?- preguntó.
- No, no he podido. Por ello llamo - contesté con algo de mal humor.
- Mire, pues casi mejor. Porque resulta que esta tarde NO VIENE NADIE A TRABAJAR A PUBLICACIONES.
- ¿Qué?- gruñí- ¿Y por qué me dijo que me esperara para ir esta tarde?
- Pensé que estarían - respondió - Vuelva si eso otro día.

Y colgó.

No explicaré la orgía de sensaciones que electrizaron todos los nervios de mi piel. Tomé aire, miré a mi acompañante y con lágrimas en los ojos, dije: Volvemos a casa...

Ese era el primer día... Pero la historia no había terminado. A los dos días, llegaría la segunda parte... que contaremos en otro momento. TO BE CONTINUED

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