lunes, 24 de diciembre de 2007

¡Lo que hay que oír!


¿Quién no ha estado alguna vez en una discoteca, salón o pub y ha salido del local sintiendo un pitido persistente y molesto acompañándole durante un buen rato?.

Imaginemos esta situación de forma permanente. Una molestia auditiva, una dificultad enorme para percibir los sonidos de nuestro alrededor, las voces, la música... Ésta es una de las consecuencias que se derivan de determinados trabajos en los que el ruido es un compañero diario; véase utilizar un taladro, una sierra, trabajar junto a maquinaria ruidosa, en un local con música alta,...

La situación de trabajo será distinta, pero el nombre de la consecuencia posiblemente será el mismo en todos los casos: hipoacusia. Esta enfermedad es cada vez más usual en trabajadores de sectores laborales en los que se trabaja rodeados de ruidos intensos y persistentes. Los más habituales son los trabajos de construcción y en fábricas, pero no son los únicos donde se produce esta enfermedad profesional.

Por suerte, ante cada problema existen soluciones que, si bien no terminan con el problema, sí que sirven para minimizar las consecuencias que puede causar en nuestro organismo. Ejemplos de estas soluciones son los equipos de protección individual (E.P.I.s) que se diseñar para los efectos del ruido: auriculares, tapones, ..., o los equipos de protección colectiva (E.P.C.s), como las pantallas de insonorización o los paneles acústicos.

A pesar de contar con los medios, el índice de enfermos de hipoacusia sigue siendo un problema. ¿Qué está pasando?; ¿Será arriesgado pensar que no se utilicen siempre las protecciones, pese a la amenaza de la pérdida de la audición?. Todos sabemos que en la mayoría de los casos es así; bien sea porque la empresa no cumple las medidas de protección colectiva, o porque los trabajadores no utilizan las protecciones individuales que tienen a su alcance.

Desde aquí, un consejo: El pequeño esfuerzo que supone utilizar las protecciones auditivas diariamente puede evitar que, en pocos años, no disfrutemos de los sonidos que nazcan a nuestro alrededor; la verdad, sería una pena.

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