jueves, 27 de diciembre de 2007

¡A la carga!


Llamadas telefónicas, quejas, encargos, documentos por rellenar o corregir,... Estos son algunos de los ingredientes estrella para elaborar un magnífico postre de fatiga mental. Es curioso como, por tradición, consideramos el cansancio como la falta de energía para cubrir los requerimientos FÍSICOS del puesto de trabajo; es decir, solemos relacionar cansancio o fatiga con carga física, sin prestar demasiada atención a las exigencias mentales que bastantes puestos de trabajo exigen a los profesionales que los desempeñan.


Existen diversos métodos de medida de fatiga mental a los que podemos acudir nos tememos que la padecemos. Sin embargo, no confundamos el cansancio puntual que supone un exceso de horas de trabajo un día determinado, o la falta de concentración los días que trabajamos estando enfermos... La fatiga mental es un proceso de síntomas más crónicos, que puede derivar en otros de mayor severidad si no se tratan a tiempo.


¿De qué forma podemos evitar alcanzar estos límites mentales?. La primera medida es adaptando las exigencias del puesto a las capacidades del trabajador; en ocasiones, nuestro trabajo es muy fácil o muy difícil, por lo que nos aburrimos o nos estresamos. Si adaptamos el trabajo al trabajador podremos superar este obstáculo.


Del mismo modo, también es aconsejable tomarse un descanso a lo largo de la jornada de trabajo. Pero tengamos en cuenta una cosa: Tomarse un descanso incluye desconectar de los temas de trabajo. Si no, simplemente estamos relajándonos a nivel físico.


Si conseguimos que las exigencias y la organización de nuestro puesto de trabajo se adapten a nosotros, sin duda habremos hecho un gran favor a nuestra salud mental. Y si no nos preocupamos por nuestro propio bienestar...


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